domingo, diciembre 28, 2014

Forever Evil (casi spoiler free)

Huyendo desde una Tierra alterna que ha sido destruida, ¡llega la invasión del Sindicato del Crimen! Luego de los terribles acontecimientos de la Trinity War, la Liga de la Justicia y otros héroes se encuentran fuera de combate. Es en ese momento que aparecen Ultraman, Superwoman, Owlman, Johnny Quick, Ring Power, y Deathstorm (ah, y Sea King que se muere en el primer panel), todos ayudados por Grid (la parte mala de Cyborg). Juntos son El Sindicato del Crimen, una poderosa organización de maleantes sin escrúpulos, que tiene una filosofía muy sencilla: O te arrodillas antes ellos, o mueres.
Sin la Liga de la Justicia para defender a la Tierra, tendrán que ser otros los paladines que protejan a la humanidad. Es en estas circunstancias que Lex Luthor, Bizarro, Captain Cold, Black Adam y hasta Gatúbela tendrán que tomar prestado el papel de héroes, porque indudablemente los recién llegados son peores villanos.
A lo largo de la trama, alianzas impensables se forjan, camisetas volteadas se colocan, Nightwing está amarrado, y el grito de Mazahs! Se escucha con toda su potencia.
Así, Geoff Johns se encargó de estructurar lo que fue la gran saga de DC Comics publicada este año en nuestro país. Para quienes estamos familiarizados con el trabajo del guionista, no es extraño ver grandes arranques en sus sagas, como tampoco sentir como a través del paso de los números el factor sorpresa e incluso la trama se van desinflando.
Forever Evil cuenta con un arco argumental que sigue al pie de la letra los cánones clásicos de las historias donde el mal parece que “ganó” desde un principio: Los villanos se regodean en su victoria, pero regularmente son ellos mismos los que acaban estropeando todo. La Liga de la Justicia, salvo Bati-Dios, es un adorno a lo largo de la trama, y Johns decidió darle el papel protagónico a Lex y compañía, quienes acaban salvando el día.
Cuando se siguen las formulas ya establecidas para contar una historia, lo que se espera es que al menos el guionista tenga la habilidad de agregar algunos elementos que le quiten el elemento predecible. Si nos atenemos a la saga principal, queda claro que Johns no supo cómo hacer esto. Y un enorme defecto de Forever es que si no lees al menos los tie-ins de Justice League, probablemente se te escapen muchas cosas.
Y es que la virtud de un buen Tie-In es eso, expandir la saga principal y contar ramificaciones del evento central de forma inteligente. Complementa, pero no debe de ser esencial. Sin embargo, como ha sucedido en años recientes, ahora se usan este tipo de cómics como apéndices necesarios para entender toda la trama. ¿Es justo? Creo que no.
Vamos, por poner un ejemplo gastronómico, un buen tie-in es como una buena salsa que le agregas a la pizza que te gusta. No la tiene de origen, pero no le viene mal. Un mal tie-in es como si te vendieran la pizza...pero sin la masa (conste que al momento de escribir esto ya comí).
David Finch fue el encargado de los trazos en este cómic, y así como Geoff cae en lo que ya vienen siendo viejos vicios de su parte, el dibujante con cabeza de rodilla tampoco se sale de su línea. Posturitas, encuadres no siempre bien planteados, expresiones acartonadas y un tremendo sufrimiento cuando se trata de dibujar sólo diálogos. Nada que no supiéramos, aunque creo que últimamente le está saliendo muy barata la tinta, porque, ¡ah, cómo abusa de las áreas negras!
¿Es malo Forever Evil? No, creo que es una saga más. Es el típico evento de verano, que relatado como fue, no abona ni quita nada a lo que es ahora el Universo DC. Por allí nos queda una nueva Power Ring por ser presentada, además del nuevo look de Vic Stone, además del obvio cambio de alineación en la Liga de la Justicia, aunque ninguna de estas cosas va a cambiar mucho la dinámica de las historias que se van a contar a largo plazo (no creo que Luthor, por ejemplo, se vaya a quedar anidando mucho tiempo en la JL).
¿Qué calificación le das a esta historia? ¿Te gustó la forma en que Editorial Televisa trabajó su maravillosa traducción?

sábado, diciembre 27, 2014

El Hobbbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos

Bilbo y el resto de los enanos finalmente lograron llegar a la Montaña donde reposa Smaug, el temible dragón. Pero el enorme demonio no estará dispuesto a cederle ni una moneda (y mucho menos la fortaleza) a Thorin. La ciudad del Lago pronto se convertirá en un gran y humeante campo de batalla. 
Por otro lado, en toda la Tierra Media comienzan a correrse rumores sobre las hazañas de los enanos. Pronto, ejércitos de distintos orígenes comienzan a darse cita para tomar una tajada del enorme tesoro que guarda la Montaña. 
Así, llega a su fin la exploración y explotación que Peter Jackson hizo de El Hobbit, libro de JRR Tolkien donde se nos narran los acontecimientos que terminarían por configurar la posterior saga de El señor de los anillos. Jackson, como pocos, logró sintetizar el lenguaje de Tolkien del texto a la pantalla, y para esta trilogía fue más allá, al agregar elementos de su propia imaginación en la historia. 
Voy a decir esto desde la perspectiva de un “no-entusiasta” de El señor de los anillos y toda su parafernalia: La película me gusta. La trilogía en general me parece “buena”, aunque también tengo la sensación, y no creo ser el único aquí, que se estiró demasiado, y por momentos este intento por prolongarla hace que la trama se vuelva muy sosa. 
La batalla de los cinco ejércitos tiene todas las virtudes y defectos de sus dos predecesoras, pero aumentadas. Si en las entregas pasadas la acción se había dado a cuentagotas, aquí se ofrecen racimos de espectaculares peleas. Comenzamos con la de Smaug, y de allí nos vamos a la más pura contienda medieval entre ejércitos, batallas mano a mano y hasta un poco de magia. En ese sentido, creo que la cinta cumple con creces para quienes andan detrás de algo de adrenalina. 
Pero cuando se pone tanta atención a un elemento como la acción, suele descuidarse el otro lado de la moneda, en este caso, el drama. La historia de La batalla de los cinco ejércitos es muy básica. Todas las líneas argumentales importantes ya se plantearon o resolvieron en las entregas anteriores, por lo que aquí los diálogos son breves, o simplemente, cierran uno o dos temas que quedaban abiertos. Por lo demás, la película se contenta con contar más batallas que historia, lo que regularmente me haría feliz...pero aquí viene el problema. 
Como lo dije antes, no soy entusiasta de El señor de los anillos, entiéndase que no he tenido el gusto de leer los libros (no, por favor, no me señalen con esos ojos de cuchillo). Es por eso que hay cosas que a final de cuentas no termino por entender. 
Sin caer en spoilers, me queda esa sensación de “excesos de cabos sueltos”, muchos de ellos, sin ninguna continuación en El señor de los anillos. Un riesgo que supongo siempre está presente, cuando se tiene que lidiar con tantos personajes a la vez. 
En resumen, una película que sin duda vale la pena ver en cine, y que no te hará sentir que perdiste tiempo de tu vida (como con Una película de huevos y demás), pero que tampoco llega al nivel de épica de la trilogía original. Supongo que es una buena manera de decirle adiós (espero) al trabajo que hizo Peter Jackson en la Tierra Media.

lunes, diciembre 22, 2014

Editorial Televisa y su etapa de Crisis

Sí, pero no es la "crisis" que estamos esperando, ya saben, esa donde "Don Gio" anuncia que se retira y prohíben el uso de Google Translate en las oficinas de Televisa. Y es que la editorial más mediocre del mundo decidió que Diciembre era buena fecha para lanzar un combo pack de eventos de DC: Crisis de las Tierras Infinitas (COIE, por sus siglas en inglés) y Crisis Infinitas.
La primera, es un gran clásico del género de héroes enmallados, y es probablemente, la historia definitiva del Universo DC, por la épica, riqueza de detalles, argumento y papel que le otorga a cada uno de los personajes. Creo que para dimensionar un poco de qué se trata, es sencillamente al "Señor de los anillos" en cómic.
No es la primera vez que COIE se publica en nuestro país. Editorial VID ya la lanzó como una serie de especiales hace ya bastantes años, cuando comprar cómics era un entretenimiento mucho más marginal de lo que es ahora. Lo menciono porque en aquella época si bien no era barato, no se compara al precio que puede llegar a alcanzar la versión prestige de esta saga...en inglés.
Y es que en "españolo", o el español dañado que usa Editorial Televisa para "traducir" sus cómics hace que sea poco apetitoso adquirir sus productos (digo, basta recordar que según ellos  'beses y veces' es lo mismo). No se trata de ser quisquillosos, pero gastar 259 pesos en un producto plagado de errores no está "bonito", especialmente cuando Televisa se ha caracterizado por sus presentaciones "magras" y poco logradas en este tipo de especiales.
Pese a lo anterior, creo que COIE es un buen regalo para esta Navidad, como el año pasado lo fue "Kingdome Come". ¿Opiniones, les late o mejor siguen comprando sus Avengers?

domingo, diciembre 21, 2014

Titanic sangriento

El silencio abrumador lo domina todo a medianoche en un lugar perdido a la mitad del Atlántico. Sobre las suaves y gélidas olas del mar, flotan cientos de cuerpos. Son los muertos del Titanic. Entre todos ellos, una solitaria pareja conversa. Ella, montada en una puerta de roble que flota caprichosa sobre el océano. Él, se aferra con ambos brazos al mismo pedazo de madera.
-“Rose, amor, amor. Tienes que sobrevivir. La ayuda no tardará en llegar”.
-Pero, ¿sin ti? No es así como quiero vivir. No es así como quiero seguir adelante. ¡Te amo, Jack! Por el amor de Dios, debe haber alguna forma de salvarnos los dos”.
-“Escucha, amor, no. Tranquila. La puerta se ve débil, no soportará el peso de ambos. Se romperá si subo, y moriremos ambos. No resistiré saber que por un deseo egoísta, un capricho, tengas que morir. ¡Eres lo más grande en mi vida! Te amo, te amo”.
Pero mientras la melcocha salía de los labios de Jack, notó que la puerta resistía a la perfección su peso. Rose, recostada a lo largo de la misma, dejaba un área libre, lo suficientemente grande como para que ambos, quizás sin tanta comodidad, pudieran esperar la llegada de los botes de rescate  y salvarse.
-“Escucha, corazón. Lo intentaré. Subiré a la puerta, solamente debes hacerte un poco para…”.
En el mismo instante en que Jack trató se subir, un crujido sonó a lo largo del madero flotante, revelando de forma inmediata una fractura que amenazaba con partir la puerta. Si el enamorado tenía dudas de su destino, allí quedaron disipadas.
-“¡No, Jack, espera, no subas, por favor, la puerta no podrá con el peso de ambos!”, expuso la dama, en un ataque de sinceridad carente de todo romanticismo. Y su fugaz pareja no pudo evitar sentirse herido en lo más profundo de su orgullo al saber que la mujer por la que sacrificaría su vida estaba más que dispuesta de hecho a dejarlo morir.
-“Quizás podría subir, si tuviera menos peso encima”.
-“¿Menos peso? ¿Me estás llamando gorda?”.
-“Yo no dije eso. Solamente que la puerta ya tiene mucho peso encima, es todo”.
-“No soy estúpida, Jack. Sé leer perfectamente entre líneas. Pudiste habérmelo dicho antes, cuando me usaste como modelo para ese garabato tuyo”.
-“¿Garabato? ¡Mi retrato era perfecto! De hecho, se veía mejor el papel que la realidad”.
-“Eres un pendejo. Un niño de kínder dibuja mejor que tú. Por Dios, un burro con una crayola tiene más derecho a llamarse artista”.
-“¿Qué te pasa, estúpida? Me acabé el lápiz al momento de dibujar tu barriga y muslos. ¡Eran demasiadas líneas! ¿Y sabes qué? Eres tan fría, que seguramente ese Iceberg no chocó con el barco, sino que te venía a buscar para invitarte a salir”.
-“¡A tú puta madre la invita a salir!”.
-“¡No metas a mi madre en esto, cabrona!”.
-“¡Ni siquiera la conoces, pedazo de pendejo!”.
-“¡Puta!”.
-“¡Pitochico!”.
-“Es todo, subiré a esta pinche puerta y te mostraré lo que es un pitochico”.
-“¡Con un carajo, no! Quédate en el agua, idiota, me vas a hundir”.
-“¿Te preocupa no flotar, ballena?”.
-“Chingas a tu madre”.
-“¡No tengo, pendeja, soy un bastardo!”.
Mientras los tortolitos forcejeaban, él para subir y ella para ahogarlo, no notaron que los cuerpos inertes que flotaban a su alrededor comenzaron a hundirse de forma violenta. Tampoco notaron que la marea se calmó por completo, dando paso a un tenebroso remanso de calma, solamente interrumpido de forma cíclica por una serie de burbujeos que emergían aquí y allá esporádicamente.
-“¡Me estoy congelando, chingado, déjame subir, maldita vaca!”.
-“Ni madres, cabrón. Me saludas al capitán del barco cuando llegues al fondo”.
-“Si muero, Rose, no quiero ir al Infierno. No porque sea buena persona, sino porque sé que tú estarás allí, ¡pinche demonio obeso!”.
-“¡Jódete! Los perros no van al Cielo ni al Infierno, imbécil. Espero resucites en un gusano, para pisarte”.
En ese momento el frío era tanto, que los dos cesaron sus insultos pendejos. Ambos cerraron por un segundo los ojos, deseando un milagro. Ya no la llegada providencial de un barco, sino al menos, que el repentino odio que había nacido desapareciera. Que un milagro divino los hiciera olvidar las emociones violentas que los embargaban. Y entonces pasó. Ambos lo sintieron.
Jack y Rose ven salir del agua un gigantesco juego de tentáculos. No eran de un pulpo, sino mucho más grandes y robustos. Las ventosas, llenas de dientes filosos como sierras, tomaron uno de los cuerpos cercanos a la pareja y lo destazaron. La sangre de aquel cadáver bañó la piel turquesa del monstruo.
Era un Kraken.
Un pinche Kraken, que disfrutaba como si de bufete se tratara, de los cuerpos inertes y náufragos del Titanic.
La pareja, que hasta hace unos momentos se peleaba por un trozo de madera, queda muda ante el dantesco espectáculo. No pudieron ni pensar ni agregar ni llorar nada a su desgracia. La bestia marina los devora de forma instantánea, dejando sobre la puerta flotante el frío silbato, con cuya cuerda plateada Rose planeaba estrangular a Jack.

sábado, diciembre 20, 2014

WhatsApp Sangriento

Los ojos de Juan lo decían todo. Vidriosos, como si estuvieran a punto de perder la batalla contra las lágrimas. Tuvo que pedir permiso para salir del salón de clases aquella tarde y sentarse en las escaleras que dan acceso a la universidad. Estaba allí, en la soledad más infinita, mientras su celular vibraba de forma incesante.
La razón por la que la mirada de éste estudiante de mercadotecnia estaba así era la enésima pelea con su novia a través de WhatsApp. Habían comenzado a discutir sobre pendejada y media 3 horas antes, y para ese momento, las sentencias que uno y otro se lanzaban, carentes ya de emoticones de corazoncitos y caritas de chango, eran crudos putazos verbales de odio y enajenación mental.
-“Creo que necesitamos darnos un tiempo. Que necesito un tiempo. Sola. No podemos seguir así”, leyó Juan a través del frío cristal. No podía creerlo. O sí. Tras la andanada de insultos y acusaciones mutuas de infidelidad, displicencia, hartazgo e inseguridad, sabía que tarde que temprano alguno de los dos iba a tirar la toalla. Él pensó que ella jamás se atrevería, por lo que leer lo que acababa de leer le resultó como una patada de vaca loca justo en medio de los huevos.
-“Cambiaste. Y no quiero estar así contigo. No quiero verte, no quiero que me busques más. Simplemente, déjame, déjame y haz con tu vida lo que quieras”, escribió la que ya era más ex novia que novia de “Juanito”, quien se derrumbó de espaldas, como si fuera una pesada bolsa de piedras a punto de reventar. Era demasiado para él.
-“No quiero que acabemos así, por favor, piensa las cosas, podemos…”, comenzó a escribir el desesperado hombre. Pero a medio texto dudó y se detuvo. Dudó, porque sabía que en el fondo la mujer que estaba a punto de dejarlo tenía razón. El explosivo carácter de ambos había chocado una y otra vez. Su relación era, sin duda, una especie de película de Rocky diaria, porque todos los días acababa en una espectacular y sonora pelea “por cualquier cosa”. Con lugar, siempre, para una secuela al día siguiente.
-“Creo que debemos vernos. ¿Vamos a terminar así, por WhatsApp, lejos? Quiero que arreglemos nuestros problemas, cara a cara”, escribió Juan, lanzando el último anzuelo afectivo que le quedaba en la bolsa.
Y pasaron 10 minutos sin respuesta. Minutos en los que el mundo entero del estudiante se centró únicamente en la brillante pantalla de su celular. Lo que pasaba a su alrededor, así hubiera sido una explosión volcánica, se convertía en nada. Los 6 meses de relación con su novia, la que juró que sería la mujer de su vida, estaban a punto de irse por el drenaje. Todo dependía de la respuesta. Y llegó....
-“No. Se acabó”.
Tres palabras bastaron. La respuesta lo dejó helado. Sus dedos, rígidos, no atinaron a contestar nada. Es increíble la manera en que todo el cuerpo deja de funcionar en armonía cuando lee algo que no le gusta.
Y en ese momento, Juan cerró los ojos. Lo hizo pidiendo un milagro al Cielo. Esperando que la Virgen y el ejército de santos, ángeles y niños dioses bajaran y lo inspiraran para sacarse de la manga una “frase matona” que resucitara su agonizante relación. Y entonces lo sintió.
Sobre la brillante pantalla de LED de su celular, cayeron un par de gotas. Pequeños rocíos que no venían de los ojos de Juan, a punto de reventar por el llanto contenido. Tampoco era lluvia, pues ese día era caluroso y las nubes se habían ido lejos. Las gotas pronto se convirtieron en delgados hilos… de baba, y Juan pudo ver que a sus espaldas estaba parado, respirando de forma acelerada, un demonio.
Sí, un pinche demonio del infierno.
La bestia, un soldado del Hades, cuya carne negra había sido quemada y lacerada desde su creación en los rincones malditos del infierno, miró fijamente el celular de Juan, y luego a su poseedor. El estudiante, por su parte, sintió como la vida misma se le salía por la boca. Todo a su alrededor estaba en llamas, y su escuela ardía, con cientos de cuerpos que se fundían en las flamas.
Si Juan no hubiera estado tan apendejado en su celular, se habría dado cuenta que en el patio de su universidad se había abierto hace cinco minutos un portal del infierno, por el que satanás estaba invadiendo la Tierra.
Si Juan no hubiera estado conteniendo el llanto, habría sentido que desde hace dos minutos un soldado infernal lo estaba mirando, con sus enormes ojos rojos sin pupilas y una mandíbula cuyos dientes, afilados como navajas, formaban una macabra sonrisa.
El joven jamás soltó su celular. Quizás para ese momento, a las puertas de la muerte, podría haber pensado en algo mejor que escribir, o despedirse de alguien que si lo hubiera amado hasta sus últimos momentos. Con los nervios, no se dio cuenta que sus dedos presionaron el icono de la “caca sonriente” en WhatsApp y se lo mandó a su ahora ex novia.
No hubo tiempo para más. El soldado atravesó el pecho de Juan, extrayendo su corazón, todavía latiendo, y devorándolo en segundos. El estudiante cayó pesadamente sobre las escaleras y rodó, mientras más y más seres demoníacos se le acercaban. Sus ojos reflejaban el terror de sus últimos suspiros. Sus ojos lo decían todo.

viernes, diciembre 19, 2014

Viaje Sangriento

Comenzó a hablar con un resoplido pesado. Sandra, a sus “treinta y tantos”, soñó cuando era niña con seguir la carrera militar. Hija de un teniente del ejército, idolatraba a su padre y todo lo que oliera al ambiente castrense. Cuando otras niñas jugaban a ser Candy Candy o Lucerito, ella veía de forma obsesiva Rambo, G.I.Joe y Apocalypsis Now. Pero en eso quedó todo. En sueños. Maldijo el día en que en un partido de béisbol en la secundaria recibió un batazo que le destrozó el hombro. Allí terminó su anhelo, y la vida, como si fuera una cruel catafixia de Chabelo, la terminó llevando al mundo de la docencia, la carrera que su madre había deseado para ella, porque pensaba que ser mujer militar era para "marimachos".
Pero le cagaba ser maestra. Le cagaba tanto, que apenas podía disimularlo ese día, en ese pinche autobús escolar, mientras daba el aviso que cada año tenía que recitar, y se sabía de memoria. Grupo diferente, pero siempre el mismo mensaje, que comenzaba tras el pesado resoplido.
-“Niños, recuerden no sacar las manos por la ventana. Cuando lleguemos, deben hacer una fila, tomar distancia y esperar a que pasemos lista. No se pueden separar, está prohibido tocar las pinturas y esculturas, y…Jaime, deja, por favor, deja en paz a Rosita”.
Cuando Jaime, mocoso obeso, con el cabello relamido hacia atrás y amante de las papas Sabritas dejó de tirarle al fin la trenza a Rosita, Sandra se giró y cayó pesadamente en su asiento.
-“Adelber, por favor, arranca ya”, pidió la docente, agregando mentalmente la frase “con una chingada”. Había aprendido, por la mala, a no decir palabras altisonantes frente a los niños; especialmente los de este grupo. Era de sexto grado y  absorbían las majaderías con enorme facilidad, mientras que las matemáticas no les entraban “ni a putazos”, como pensaba la desdichada profesora.
Apenas recibió la orden, Adelber arrancó el camión. Lo hizo resignado a lo de siempre. Pese a ser de sexto, los niños solían dedicarle albures e insultos al conductor, escudados en su minoría de edad, pero sobre todo, en que era una escuela de paga, y nada barata.
-“Al chofer no se le para, al chofer no se le para, al chofer no se le para…¡no se le para el camión!”, sonó al unísono en cada uno de los 42 lugares del camión ocupados por los alumnos. Adelber sonrío. Sonrió con esa expresión que significa una cosa y nada más: “Cabrones….Puta madre, va a ser un día largo”.
La media hora que separa al plantel del museo fue eterna para Sandra. A los 10 minutos, ya había tenido que callar y cambiar de asiento a Jaimito, un hijo de la chingada sin alma en pleno crecimiento, un pequeño crío satánico que en la próxima década se convertiría o en un secuestrador, o en un líder sindical. Lo que fuera, sería un elemento destructivo para la humanidad.
-“Al chofer se le calienta, al chofer se le calienta, al chofer se le calientaaaaa, ¡se le calienta el motor!”, sonó en coro, de nuevo, con la voz de Jaimito a la cabeza.
Y en ese momento, Sandra cerró sus ojos. Lo hizo esperando un milagro. Un cambio de actitud de sus alumnos, o que por obra de magia, su hombro dejara de dolerle tanto, como cada noche, y se pudiera enrolar en el ejército, para abandonar esa vida que tanto odiaba. Y entonces lo sintió. Ella y todos.
El camión se había detenido por la luz roja del semáforo cuando algo lo golpeó con violencia desde atrás. Fue una colisión seca. Adelber y Sandra pensaron que algún automóvil los había impactado. Ella estaba por decirle a los pubertos que se quedaran quietos, cuando el bus se sacudió como si fuera una lata de frijoles.
Y entonces el piso del camión reventó de un brutal puñetazo. Desde el boquete ascendió lo último que vería Sandra, los chiquillos y Adelber en su vida. Era un zombie.
Un pinche zombie.
Un pinche zombie sosteniendo un pinche bat de béisbol.
En los primeros segundos, el silencio de apoderó de todos. Se podían escuchar los 44 corazones acelerados, empujando el pecho de los presentes por salir y explotar. Entonces, el ente, de mirada perdida, mandíbula dislocada, olor putrefacto y con líquidos viscosos emanando de cada poro, vestido con el uniforme de los Naranjeros de Hermosillo, tomó el bat con ambas manos y como si fuera Marc McGwire con doble dosis de esteroides, le dio un santo chingadazo a Jaime. Su cabeza, con el cabello relamido y peinado hacia atrás, salió volando como cacahuate de piñata reventada. Fue un home run mortal.
Para Sandra, esa escena, la última que vería en su vida, era un contraste de emociones. El ser que estaba por asesinarla traía un bat, instrumento que ella había odiado toda su vida adulta, por robale sus sueños militares. Porque fue un bat la que la alejó de las barracas y la llevó a las aulas. Pero fue ese mismo pinche palo tallado el que la libró del hijo de puta de Jaime, un cabroncito que le había puesto tachuelas en el asiento hace un mes. Un cabroncito que le había escupido a su tuper con verduras la semana pasada. Que esa mañana le había puesto una cucaracha muerta en el cabello.
Y entonces Sandra sonrió. Sonrió mientras veía como el zombie se acercaba empuñando el bat como si fuera el Capitán Cavernícola y se preparaba para destrozarle el cráneo. Sandra sonrió hasta el final, antes de dar un último resoplido pesado.

miércoles, diciembre 03, 2014

Batman: Death of the Family


• La portada que se vendió en México.
Luego de un año de estar ausente, Joker regresa, más desequilibrado, violento y sanguinario que nunca (lo que es mucho decir). Y en esta ocasión lo hace con una Ciudad Gótica y especialmente un Batman que apenas se está reponiendo del ataque de la Corte de los Búhos. Y crean. Que. Eso. No. Fue. Nada.
A diferencia de ataques anteriores, ahora Joker vuelve con la obsesión de regresar a Batman a un estado más “primitivo”, pues a su juicio, el exceso de colaboradores y patiños lo ha ablandado con el paso de los años. Lo vuelve fofo y envejece. No por nada esta saga se llama “Muerte de la familia”, o Death of the Family.
La historia llega cortesía de Scott Snyder y Greg Capullo, y luego de haber sido publicada en México como números sueltos, ahora se edita en esta versión barata de “Lo mejor de DC”, donde quitándole “casi” toda la paja, nos dejan toda la historia central. Pero, hey, hey, ¿vale la pena?Dentro de los New 52, Batman es un personaje que guarda una relación bastante compleja con su pasado. A diferencia de casi todo el Universo DC post-52, Batman conserva muchas aventuras de su “yo anterior” ¿Cuáles? A bien a bien, no se sabe. Cronológicamente es difícil explicarlas, y tener a tanto patiño suelto aquí y allá hace que eso sea muy difícil (aquí entra la aritmética de 'Si Batman ha estado activo x años, ¿cuántos robins ha tenido, cuántos se le han muerto, qué aventuras si pasaron, cuales no?? Respuesta: No se sabe).
Dejando de lado el caos cronal, tenemos las temibles comparaciones. El recuerdo inmediato de The Joker lo tengo con el trabajo que hizo Morrison a lo largo de su run en Batman, especialmente Batman R.I.P., trama extremadamente compleja (entiéndase “compleja” a niveles mamones de metatextualidad), donde se lleva al extremo la psicosis y genialidad de El Guasón. Convertido en un elemento de caos impredecible, se termina por definir casi a la perfección la relación de Ying-Yang con Batman.
Con todo lo anterior ya narrado, entra Snyder con su concepción peculiar del príncipe payaso del crimen. “Su” Guasón, si bien está loco, desfigurado y es un asesino, revela tener un ¡“man-crush” con Batman!
Bueno, lo anterior no es en sí una revelación. Todos lo pensamos alguna vez (Batman parece el amor platónico de todos los héroes de DC), pero es Snyder quien decide que ya es hora de poner las cosas en claro, y exponer que Joker está enamorado del Hombre Murciélago, y es la parvada de patiños que tiene le estorba para elevar su relación más allá de lo platónico (sí, tal cómo lo estás pensando).
Snyder y Capullo entregan una trama que gana cuando se trata de confrontar a Batman y Joker, pero pierde mucho cuando tiene que incluir a todos los patiños. Demasiados personajes, y todos, con la misma personalidad (Dick y Timm son para efectos prácticos clones de Bruce, y no digo nada deTodd porque lleva máscara).
Yo tenía muchas ganas de leer esta saga sin todos los tie-ins que terminaron por deformarla, y la verdad, creo que se disfruta más, pero tampoco es lo que esperaba. A diferencia de encarnaciones pasadas, este Joker no da nunca la puntilla a sus actos. Siempre parece que va a hacer algo impactante y....no. Todo personaje principal que cae en sus manos sobrevive (apaleado, pero sobrevive), por lo que esta trama pierde el sentido de su nombre original, porque
A) No hay Family
B) No hay Death

En el apartado gráfico, Capullo cumple, como ha sido su sello. Su estilo, cuidado generalmente, es lo que sostiene la trama cuando flaquea. Su Joker es indudablemente impactante y bien diseñado, aunque por momentos creo que eso de que le cuelgue la cara y no se le caiga con tantos golpes y tumbos pide mucho de nuestra capacidad de suspensión de la realidad. Planos bien cuidados, y una puesta en página pulcra y trabajada con esmero, aunque todos sus patiños son casi idénticos.
Si tomo todo lo anterior, le daría a este cómic de 99 pesos un 85 de calificación, pero llegamos a la parte donde hay que calificar la mano, o mejor dicho, pezuñas con las que Editorial Televisa trabajó la edición. Y pierde.
Es mediocre, muy mediocre. Demasiado. El formato es barato, pero la traducción es... dolorosa, por escribirlo bonito. Preferiría que me sacaran una muela con una cuchara de plástico y un tenedor, que volver a leer algo así. A lo anterior, se agregan graves, graves, graves errores ortográficos, algo increíble, dado que Televisa es una de las mayores editoriales de América Latina y “debería” tener muy bien cuidada esta área.
Como suele ocurrir este tipo de comentarios, quejas y señalamientos se queda entre la gente del fandome, pues los empleados de Televisa, representados por su Alteza Mediocre, Yiobani Arévalo, solamente hace caso a los piropos y besos en la axila que reciben en redes sociales. Por vergüenza profesional, creo que quien editó esta cosa, con todo su equipo de traductores (Google Translate y OpenOffice) debe de renunciar, o irse a editar Condorito. Penoso. Dicho lo anterior, le doy a este cómic un 4 sobre 100.